El abuso
sexual infantil ocurre con mayor frecuencia de lo que comúnmente suponemos. Se
sostiene fundamentalmente gracias al secreto y la mejor forma de prevenirlo es
conocer y educar. Compartimos algunos conceptos mundialmente difundidos al
respecto.
Es
importante destacar que no existe un perfil específico de Abusador Sexual
Infantil. Los agresores en su mayoría pertenecen al entorno de los niños y
niñas, ya sea conocidos de la familia, vecinos, familiares o los propios
padres. Generalmente el abusador o abusadora, posee alguna relación de
autoridad con el niño o niña, existiendo respeto, confianza y cercanía.
Estas
situaciones se caracterizan por ser silenciadas. Hay varios factores que
contribuyen a que el silencio se perpetúe, entre ellos las sensaciones
ambivalentes del niño entrampado en la relación vincular. Normalmente es
amedrentado por el abusador mediante amenazas explícitas o no, respecto de las
supuestas consecuencias negativas que tendría para él o para sus seres más
queridos (su mamá, sus hermanos), hablar del abuso.
Cuando
estos hechos son reiterados, el niño tiende a sentirse culpable e indefenso por
no saber salir de la situación.
Mitos y Falsedades
También contribuye al silencio la persistencia de mitos en torno al abuso sexual. Es falso que los abusos sexuales solo los sufren las niñas, o que actualmente se dan más casos de abuso sexual (AS) que en el pasado, que las personas que cometen abusos sexuales son enfermos psiquiátricos, que los AS solo ocurren en determinados sectores sociales, que los niños y niñas en estos casos no dicen la verdad, o que estos son los responsable del AS; tampoco lo es que los niños y niñas pueden evitar por sí solos el abuso sexual. En este mismo sentido se consideran falsas creencias que cualquier persona puede detectar una situación de abuso si esta se produce en su entorno familiar, o que siempre que se detecta una situación de abuso en una familia esta es denunciada. Más aún resulta falso que los abusadores sexuales casi siempre son desconocidos, e incluso que los efectos de un abuso casi siempre son muy graves. Tampoco es real que los AS siempre estén acompañados de violencia física, ni que sean situaciones poco frecuentes.
Cómo detectar un abuso
No siempre es simple detectar una situación de abuso sexual, pero sí las personas cercanas al niño pueden observar indicadores de alerta que comunicar inmediatamente a los especialistas para que estos evalúen la situación. Cambios bruscos de conducta; miedo a estar solo, a los varones o a un determinado miembro de la familia; rechazo a la madre o al padre de forma repentina; tendencia al secretismo; llanto frecuente inmotivado, tristeza; resistencia a desnudarse o bañarse; pérdida del control de esfínteres; son algunos de los indicadores que justifican una consulta.
Mitos y Falsedades
También contribuye al silencio la persistencia de mitos en torno al abuso sexual. Es falso que los abusos sexuales solo los sufren las niñas, o que actualmente se dan más casos de abuso sexual (AS) que en el pasado, que las personas que cometen abusos sexuales son enfermos psiquiátricos, que los AS solo ocurren en determinados sectores sociales, que los niños y niñas en estos casos no dicen la verdad, o que estos son los responsable del AS; tampoco lo es que los niños y niñas pueden evitar por sí solos el abuso sexual. En este mismo sentido se consideran falsas creencias que cualquier persona puede detectar una situación de abuso si esta se produce en su entorno familiar, o que siempre que se detecta una situación de abuso en una familia esta es denunciada. Más aún resulta falso que los abusadores sexuales casi siempre son desconocidos, e incluso que los efectos de un abuso casi siempre son muy graves. Tampoco es real que los AS siempre estén acompañados de violencia física, ni que sean situaciones poco frecuentes.
Cómo detectar un abuso
No siempre es simple detectar una situación de abuso sexual, pero sí las personas cercanas al niño pueden observar indicadores de alerta que comunicar inmediatamente a los especialistas para que estos evalúen la situación. Cambios bruscos de conducta; miedo a estar solo, a los varones o a un determinado miembro de la familia; rechazo a la madre o al padre de forma repentina; tendencia al secretismo; llanto frecuente inmotivado, tristeza; resistencia a desnudarse o bañarse; pérdida del control de esfínteres; son algunos de los indicadores que justifican una consulta.
Qué
hacer
Romper
el secreto. Al tomar conocimiento de una situación de abuso es importante
resguardar la seguridad físico-psíquica de la víctima. El modo de hacerlo es
aportando inmediatamente esa información a la justicia, para que se activen los
protocolos de abordaje. El Servicio de Asistencia a la Víctima del Delito
cuenta con profesionales especializados en la temática que acompañarán en el
proceso al niño o niña y los adultos de referencia.
Estrategias
de prevención
En
algunos países se intentó establecer códigos de para personas adultas que
tratan con niños y adolescentes, como forma de ayudar a esos niños a fortalecer
su autoestima y saber identificar y actuar cuando se encuentren en una
situación de peligro para su integridad. Las recomendaciones dadas indican: Tratar
a los niños, niñas y adolescentes con cortesía y respeto. No involucrarse en
comportamientos como insinuaciones sexuales de manera física, psicológica, escrita
y/o verbal, no usar un lenguaje abusivo, incluyendo sarcasmos reiterados ni
amenazas de violencia, ni difamación racial o étnica, ni actos que otras
personas puedan, razonablemente, considerar intimidatorios, ni un lenguaje
vulgar e irrespetuoso. O avergonzar al menor por algún resultado negativo. Es
necesario notificar a las autoridades correspondientes cualquier sospecha de
maltrato y colaborar para que se proteja a la niña o niño.
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