jueves, 16 de septiembre de 2010

V Jornadas del SAVD



LAS PEQUEÑAS Y GRANDES VIOLENCIAS COTIDIANAS

El segundo día de actividad estuvo enteramente a cargo de la Dra. Elena de la Aldea, reconocida profesional de la psicología, con amplia trayectoria internacional. La violencia fue el eje de toda la actividad, organizada con modalidad de talleres. El viernes se espera de presencia del Dr. Norberto Garrote para disertar sobre Maltrato infantil. Por la tarde el Dr. Esteban Pikiewicz hablará de “Lo imposible de la relación hombre mujer” y en el cierre el Servicio de Asistencia a la Víctima del Delito de Esquel coordinará un taller en el que se trabajarán las conclusiones de las jornadas.

Las transformaciones experimentadas en la organización cultural y social a lo largo de la historia tiene claras repercusiones en aquello que es considerado violencia y aquello que no. La violencia es un producto histórico cultural y el análisis que de ella se realice no puede apartarse de sus condiciones de producción.

Consumir para ser

En los últimos tiempos el sujeto no solo es ciudadano, es decir persona con derechos y deberes, sino que también es consumidor. El consumidor solo tiene derechos. Para existir en la cultura actual es necesario consumir. Se es, en tanto se consume productos, servicios, tecnologías, etc. Se debe consumir reiteradamente consumir de todo.

Las termitas

La Dra. de la Aldea, expuso el valor simbólico que cobró el guardapolvo blanco en las escuelas, implementado en el pasaje de los Estados nacionales a los técnico-administrativos. El guardapolvo se fundamentaba en la igualdad, representaba la amalgama que reúne a los ciudadanos en un mundo común. En la actualidad siguen existiendo las escuelas, siguen estando en pie las Instituciones, “pero están comidas por las termitas, adentro ya no es lo mismo”, graficó.

Fluidez sin bordes

La vida moderna se caracteriza por su dinamismo, está marcada por el cambio incesante. Esta característica difumina los bordes, “uno siempre tiene una vaga sensación de ser inadecuado, la sensación de que nunca se está haciendo lo que debería hacer. Esto genera un malestar”, expuso la especialista. En las estructuras de mayor precariedad este malestar explota de varios modos.

El ojo en la historicidad

La capacitadora recalcó que los operadores no deben perder de vista la historicidad de la violencia, que no es biológica sino que tiene objetivos, tiene redes y tiene procesos. Lo que en la actualidad es considerado violento antes no lo era, en tanto que situaciones que antes eran consideradas violentas hoy no lo son.
“Si no se toma en cuenta las diferencias de capas generacionales, culturales, religiosas, a la hora de abordar un caso en particular, puede resultar una intervención traumática”, sostuvo la Dra de la Aldea. Si bien la intervención se produce en una de las facetas de la persona, todas deben ser tomadas en cuenta.

Los buenos y débiles

La cultura judeo-cristiana asimiló la debilidad con la bondad y la maldad con la fortaleza. Este imaginario resta a la gente su capacidad de reacción. El agredido no debe ser visualizado como la antítesis de su agresor. Normalmente no existe una diferencia radical, natural, ahistórica e inmodificable. Verlo de este modo es caer en una trampa difícil porque si algo es así no puede ser modificarlo. Ver las situaciones en su contexto histórico es darse la posibilidad de modificarlas. De la Aldea destacó que la desigualdad, el abuso de poder y la construcción social injusta, son ejemplos de aspectos que suelen aparecer como parte de las estructuras naturalizadas.

Talleres

La capacitadora trabajó con modalidad de taller, procurando movilizar a los participantes en la identificación de diferentes situaciones de violencia protagonizadas. Pequeñas violencias cotidianas recibidas y ejercidas.

Elena de la Aldea
Elena de la Aldea Guerrero nació en Barcelona, España, en 1938. Actualmente, vive en Buenos Aires. Es Licenciada en Psicología, egresada de la Universidad de Buenos Aires en el año 1963. En 1968 obtuvo el título de Licencia Complementaria en Psicología (Maestría) en la Universidad Católica de Lovaina, Bélgica. Entre 1968 y 1970 cursó el Doctorado en Psicología en la Universidad Católica de Lovaina, Bélgica. Luego, entre 1980 y 1984 realizó el post-doctorado de Analista de Grupo en la Asociación Mexicana de Psicoterapia Analítica de Grupo. Es Instructora en Trabajo psico-corporal y Grupos de aprendizaje en movimiento y masaje, egresada de la Fundación Río Abierto de Buenos Aires. Y en los últimos años realizó su formación en Constelaciones Familiares y Organizacionales, egresando del Instituto Bert Hellinger de Buenos Aires.
Su actividad docente es muy vasta y diversa. Es docente de Maestrías en Salud Mental y Cátedras de postgrado en numerosas Universidades y Hospitales –Universidad de Buenos Aires, Universidad Nacional de Entre Ríos (Argentina), Universidad Nacional de la Patagonia Argentina, Universidad Nacional de Lanús (Argentina), Universidad de Barcelona (España), Universidad Centroamericana de Nicaragua, Universidad Autónoma del Estado de Toluca (México), Universidad Autónoma de Querétaro (México), Universidad Autónoma Metropolitana (México), Hospital Escuela de León (Nicaragua), Hospital Psiquiátrico de Managua (Nicaragua)–.
En dichas cátedras, se dedicó a profundizar sobre temas ligados al campo de la Salud Mental: Trabajo Comunitario en Salud Mental, Atención Primaria en Salud Mental, Modelos de Intervención Comunitaria, Equipos de trabajo en Salud Metal, Prevención, Dinámica de Grupos, Grupos operativos, Grupos e Instituciones.
Fue también Jurado de tesis de Maestría en la Universidad Nacional de Entre Ríos, Argentina

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