El caso, según fue presentado por la fiscal María Bottini, se
ajusta a la modalidad típica del abuso infantil. Habría sido cometido por una
persona de suma confianza, perteneciente al círculo familiar cercano, encargada
en varias oportunidades del cuidado de la niña y habría actuado en esos
momentos de soledad. Bottini relató que la niña iba a esa casa a recibir
contención, amor y cuidado, sin embargo se encontró con todo lo contrario, “el
imputado la redujo a la categoría de cosa usándola para satisfacer sus propios
deseos sexuales”.
La defensa, a cargo de Marcos Ponce y Carolina García,
sostuvo que este hecho no se podrá probar no precisamente por tratarse de uno
de los llamados delitos de alcoba, “no
se podrá probar porque no existió”. En este mismo sentido se manifestó el
imputado, habló de su buena educación, de la dificultad que tuvo su familia
para asegurarle a educación primaria y secundaria y se describió como un “hijo
de Dios”. Sostuvo que después del inicio de la investigación es tratado por
todos como el malo. “Jamás lo hice y
nunca o voy a hacer”, afirmó.
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